jueves, 26 de marzo de 2009

CALIDAD EDUCATIVA


La información global muestra que los países más desarrollados y con mejor distribución de dinero tienen los resultados más altos. Los países de Europa meridional reciben las mejores calificaciones. Estados Unidos, que exhibe los mayores gastos en educación, no aparece en el 10% más alto. Por su parte, los países de América Latina, entre ellos Argentina, ocupan los últimos lugares y en muchos casos los puntajes son inferiores a los de naciones con menores niveles económicos y culturales. Al parecer, el lento avance de la región en materia de distribución del ingreso y las tendencias a la concentración han constituido un serio freno al avance educativo. Estamos ante un alarmante círculo vicioso. La distribución desigual del ingreso y de oportunidades reduce la calidad educativa y ésta perpetúa las desigualdades.

El resultado de Colombia se aclara cuando se examina con mayor detalle. Algunos niños se encuentran en las escalas altas. El drama está en que este grupo es muy pequeño y la mayoría del resto se ubica en la escala más baja. Mientras en Europa la relación de los niños que están en las dos escalas más altas y la última es de uno a uno, en Colombia es de 300 a uno. Algo similar se observa en los exámenes del ICFES y ECAES. La calidad educativa está peor distribuida que el ingreso y no muy diferente al capital, y es la principal causa de la baja calidad del promedio.

Esta es la gran falla del sistema educativo. Desde la Colonia ha predominado la creencia de que la educación de calidad debe concentrarse en un sector privilegiado, y se ha consentido y perpetuado una estructura que le da formación de primera a una pequeña élite y de tercera a la mayoría. En la actualidad, la presencia de los estudiantes de estratos 5 y 6 es prácticamente inexistente en las escuelas públicas. Estos estudiantes prefieren perder el subsidio y concentrarse en escuelas privadas en donde pagan matrículas que exceden con creces los costos per cápita de la educación pública. Lo mismo ocurre con los directivos de los colegios, que prefieren los estudiantes de estratos altos que pagan mayores matrículas y pueden formarse con menores esfuerzos. Paradójicamente, los estímulos de mercado han propiciado una educación segregada, en donde el desempeño individual se ve debilitado por el bajo desempeño promedio del conjunto.

 

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